sábado, 4 de abril de 2020

Un "lavado de manos", retórico, elusivo e insensible

Sábado 4 de abril.
 Es el día después de la oprobiosa jornada durante la cual el gobierno argentino rompió con la cuarentena que había establecido con una actitud severa y disciplinadora, respaldada sanciones y con  duras expresiones y gestos de la más alta autoridad, algunos reñidos con su investidura.
Siguiendo en esa línea el presidente calificó de inaceptable lo que había ocurrido, dando a entender que había sido sorprendido por el penoso espectáculo de jubilados cayendo desvanecidos o deambulando con sus andadores o bastones por calles atestadas. 
¿Quienes lo sorprendieron?¿Que es lo que no puede aceptar? ¿Se refiere a la mala praxis de sus funcionarios? Ninguna decisión acompaño ese giro verbal de rechazo a lo ocurrido.
Las explicaciones y presuntas medidas correctivas que comenzaron a dar los responsables, en ningún caso incluyeron el ofrecimiento de sus renuncias, tal vez condicionadas a que los contagios efectivamente ocurran, seguidos de las correspondientes muertes. A los hechos se remiten. Esperan la evidencia.
Algunos hasta tuvieron consideraciones atrevidas como decir que esperaban que ocurriera algo así, porque naturalmente los bancos no atendían desde el 20 de marzo.
Los atenuantes comenzaron a aparecer muy pronto al señalar que en diversos lugares se habían proporcionado asientos y café caliente a los jubilados. Todo ello, como dijo un comentarista en las redes sociales:" para que se contagiaran cómodos".
Esta mañana durante la conferencia de prensa los funcionarios parecían haberse recuperado del impacto recibido ayer. Volvieron los argumentos basados en que la situación argentina era distinta a la de los otros "pobres y desgraciados" países donde la pandemia se ha desatado con notoria gravedad. Sacando ventajas de la poca importancia atribuida al problema, aprovecharon para deslindar responsabilidades. En resumen, ¡la culpa es del coronavirus!
 Otro atenuante fue el recurso a la inexperiencia y a la ignorancia, que curiosamente no tienen empacho en admitir. Se equivocan porque nunca estuvieron en una pandemia cómo esta, pero evidentemente tampoco aprendieron de la dolorosa experiencia de los otros, que estuvieron y están un poco más adelante y han pagado ya con vidas, o lo están haciendo, el aprendizaje sobre lo que no se debe hacer.
El argumento más importante que escuché exponer es la afirmación de que no hay circulación comunitaria, cuando ha sido reconocido, entre otros por el Ministro de Salud de la ciudad de Buenos Aires, que se desconoce el nivel de contagio poblacional
Eso impide abrir juicio sobre la circulación comunitaria, teniendo en cuenta la falta de síntomas en muchos casos. Conviene recordar que esa falta de síntomas no impide que el infectado propague la infección.
Con referencia al aprovechamiento de la experiencia ajena, algunos de los países que lograron mejores resultados en su enfrentamiento con la pandemia (Corea, Alemania) han hecho esfuerzos enormes para conocer el estado de la población en general, o sea cuántos infectados hay, independientemente de que muestren síntomas o no.
Todas las estadísticas que se han presentado hasta ahora en Argentina, se refieren a casos sospechados por la presencia de uno o más de los síntomas del presunto contagio.
Frente al daño infligido que, en las condiciones actuales (sin vacuna ni tratamiento), es irremediable, no se observó entre los funcionarios que se presentaron algún signo de empatía social, sino solo un notorio afán de reclamar "yo no fui". Nadie asume la ineficiencia y la incapacidad. Menos aún se hacen cargo de los errores.
Y en medio de ese "lavado de manos" retórico, elusivo e insensible, apareció otro funcionario, reiterando lo que ya se había dicho, que todos deben hacer su parte, forma elíptica de decir la culpa es de los otros, y subrayando la importancia de lavarse las manos, del alcohol en gel, de la distancia. Triste y penoso, como un chiste de mal gusto. Consejos que, aislados de los hechos que se discutían, provocaron inmediatamente la pregunta final, ¿cómo se entiende lo que hicieron? ¿como sirvió, cómo contribuyó a que lavarse las manos, no tocarse la cara, usar alcohol y lavandina,y dos semanas de encierro, tuvieran sentido?

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