martes, 3 de noviembre de 2020

ES HORA DE HACERSE CARGO

El año 2019 terminó en la Argentina con un cambio de gobierno que devolvió el poder al sector político que gobernó entre el 2003 y el 2015, dejando un saldo de problemas que no pudo resolver el gobierno de Cambiemos, entre 2015 y 2019.

A poco de comenzar el 2020 se desató la pandemia qué rápidamente alcanzó la Argentina y antes de finales de marzo el país entró en cuarentena. Una cuarentena estricta que detuvo la actividad económica, que cerró las escuelas, y parcializo la atención de la salud.

Los mensajes emitidos sembraron el miedo con la excusa de cuidar. Así las cosas se agravaron aún más cuando la vigilancia establecida emprendió la cacería de los imprudentes que se atrevían a salir sin permiso.

Todos hemos vivido estos meses y sería redundante relatar, sin un objetivo claro, lo que se hizo, lo que se dejó de hacer, lo que se dijo y lo que se desdijo.

Para que esta dificil experiencia no resulte inútil, para que sus duras consecuencias no se agraven con la impunidad de sus responsables, es necesario llevar a cabo un balance muy estricto del uso que se ha hecho del poder  en este tiempo, por un lado y, por el otro, un análisis del sufrimiento social provocado..

Si el gobierno, la oposición y la sociedad son capaces de hacer frente a este balance, en el cual estarán presentes las fortalezas y debilidades exhibidas de cada uno que ha contribuido a los resultados observados,favorecidos por las amenazas no resueltas y  las oportunidades desperdiciadas.

Si somos capaces de hacer ese trabajo, abandonando por un momento la tendencia a la autosuficiencia y la consabida incapacidad de escucha y falta de humildad de ánimo para aprender de la experiencia, me atreveríaa a decir que el tiempo futuro, cargado de negros presagios, podríamos enfrentarlo con mejor ánimo, con más empatía basada en el reconocimiento de nuestra humana fragilidad, y con un poco más de sabiduría nacida de haber hecho caso a lo que la vida nos ha enseñado en este año.

Evaluar es una actitud básica elemental qué los humanos desarrollamos guiados por el instinto de conservación. Inicialmente se aplica a las amenazas físicas, a los peligros a que nos exponen las acciones que nos proponemos, un paso más hacia los mecanismos que la propia biología ha instalado en nosotros, como el miedo, la vergüenza, o el vértigo que nos aleja del borde del abismo.

Deberíamos sentir vértigo hoy, parados como estamos frente al abismo, qué algunos voceros inconsistentes y banales,  minimizan, tildando la caída en su oscura profundidad, de mero porrazo.

Pero no alcanza el vértigo, no alcanza el miedo en la vida como seguro protector frente a los peligros. Y eso lo hemos visto durante esta larga cuarentena. El miedo es el argumento del encierro pero no fue el remedio ni la protección efectiva. Más efectiva hubiera sido una actitud racional reflexiva consistente en observar con detalle y registrar con precisión los hechos sobre cuya base se estructuran decisiones equilibradas e inteligentes, se preparan los medios necesarios para el cuidado y la atención, se conserva el funcionamiento del país y fundamentalmente se reanima la actividad de las escuelas en lascuales se incuba el futuro.

Pero parece que ganó el miedo. No sólo el miedo al patógeno. El miedo a tener alguna responsabilidad, el miedo a cargar con algo de culpa, el miedo que señala que ocupan lugares que no merecen, el miedo a bajarse de las tribunas, de los balcones desde los cuales les gusta agitar los brazos y apuntar con el dedo.

Por eso pienso que evaluar no va a ser fácil. No van a querer. se van a abrigar en el falso argumento de que hicieron todo lo posible. Que la culpa la tiene el pasado. Que no es de ellos, es de los otros.  Los que estuvieron un ratito nada más, en medio del largo reinado del cual festejaron otro aniversario hace poco.

Cómo se puede sentir orgullo,en lugar de una abrumadora vergüenza, de una tristeza infinita, por ver a la Patria exangüe, fatigada, sin fuerza para seguir su historia, porque ha sido abusada con impiedad durante largas décadas.

Es muy grave lo que se ha hecho. Y serían muy graves las penas que supuestamente deberían tener los condenados. Sin embargo no es ese el propósito principal. El propósito es que de una vez demos vuelta la hoja y con la página en blanco nos dispongamos a escribir con letras derechas siguiendo los renglones. Que abandonemos el hábito de escurrir el bulto. Que nos tomemos la vida en serio Y tanto como la vida respetemos la convivencia y aceptemos que estar juntos es lo que nos permite vivir. Terminar para siempre con la picardía latente que aparece en cualquier rincón de nuestras relaciones.

Estamos empobrecidos, muy empobrecidos. Agobiados por una enfermedad que azota al mundo y de la cual se sabe poco y aprendemos menos.

Nuestra frágil ciencia ha contribuido a justificar el rumbo que nos trajo hasta acá, avanzando sobre un terreno de problemas que la exceden y para los cuales no le alcanzan sus títulos. Porque todo su entendimiento es conjetural y permanentemente sujeto a revisiones.

Mundo complejo, donde el entramado de correlaciones impide atribuir causalidades, las decisiones son un campo gobernado por valores, relación que la ciencia deja al margen en aras de una objetividad quimérica.

Son problemas que la sociedad pone en el campo de la política que debe ser, esencialmente responsable de sus decisiones, a diferencia del científico que está protegido por las reglas de la práctica estándar de la ciencia.

Decisiones que debe tomar en medio de la tormenta de la complejidad, en un exigente escrutinio de su conciencia. Y por ellas deberá rendir cuenta ante quienes pusieron sus vidas y sus valores en sus manos. Y que al mismo tiempo le otorgaron el privilegio de un lugar especial en la sociedad y de un tratamiento acordes con las exigencias a las que debe responder.

¡DEBEN RENDIR CUENTAS!