viernes, 3 de abril de 2020

Momento II

Salí a la calle desconcertado,
sin saber cómo hasta aquí llegué
a preguntar a los hombres sabios,
a preguntarles qué debo hacer…

¡Cuanta inútil verborrea, cuánto tiempo perdido, cuántas vidas desvirtuadas! Desvirtuadas, sí. Privadas de sus propias virtudes y de su dignidad.
La     oscuridad nos envuelve. Profecías a destajo se propagan por doquier. Y por youtube. Por ahí pululan voluntarios que se ofrecen para remendar la república. 
Voceros de alguna conspiración milenaria, fraudulenta y pecaminosa, levantan su dedo acusador y amenazante. 
Ya se empiezan a alucinar signos y prodigios, oportunos y propicios para la superstición y el temor al castigo divino. 
Un líder religioso expresó, con inteligencia, “Lo que ayuda no es la mística, es la cultura, la educación, cumplir con las recomendaciones de los expertos del momento”. Menos mal.

¡Qué desafío pensar, buscar el sentido de la evidencia, con el tiempo contado, con la amenaza latente del fin!

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